Mon ami, le grand poète Pedro Vianna, a eu la gentillesse d'aimer et de traduire ce poème. Je lui suis infiniment reconnaissant.
NOCHE MÍSTICA
« Sustentadme con frascos, corroboradme con manzanas, porque estoy enfermo de amor »
Cántico de los cánticos, II, 5
Pienso claramente
Y todo es obscuro en derredor, ¡oh alma mía!
Esta noche de inteligencia
Este ver lo que no se puede ver,
El abrazo espiritual tan esperado
Las bodas patéticas de los amantes.
Altos muros de esmeralda
Se alzan quitando el aliento
En torno al corazón exaltado
Y la piedra que recibió la luz
Que nunca tiene ocaso
Abruma mi memoria amorosa.
Arrebato, tensión, impulso
Dichosa infusión de la eternidad
En las pupilas.
Noche de los sentidos, noche del espíritu,
Tinieblas deslumbrantes,
Luz de luz,
¡Luz!
¡Oh! theia nux
¡Oh! noche divina
Tal como la conoció
San Narciso de Jerusalén,
Noche en que amar y conocer
Ya no son más que una sola
Y misma cosa
Sola y misma cosa,
¡Oh Dios mío!
Athanase Vantchev de Thracy
Saint-Germain-en-Laye, en este Domingo 1° de abril, Anno Domini MMVII
¡Oh! theia nux: expresión griega que significa “divina noche”
Glose:
San Narciso o Narcisco de Jerusalén (siglo II después de J.-C.): al parecer, Narciso, de origen desconocido, sucedió al obispo Dolichianus, hacia el año 185. Ya sería un anciano, octogenario según la tradición. Se le ve, en el último decenio del siglo, junto con Teófilo de Cesárea, reuniendo un sínodo de obispos palestinos para reafirmar su apego a la tradición cuartodecimana frente a las pretensiones del papa Víctor, quien hubiera querido imponer a toda la cristiandad la celebración dominical de la Pascua. Un texto corto citado por Eusebio, donde se trata de un acuerdo permanente entre Palestinos y Alejandrinos sobre aquel tema, tal vez sea un fragmento de la respuesta de Narciso y sus colegas a Víctor.
Por lo demás, su vida está atestada de leyendas.
El milagro del aceite:
Narciso fue sin duda un obispo popular. Se le atribuyó numerosos milagros. Cierto año, con gran desespero de los fieles, llegó a faltar el aceite para iluminar el santuario para la vigilia de la Pascua. Narciso encargó a los diáconos que fueran a sacar agua, se puso en oración, y después, « con sincera fe en el Señor », dijo que vertieran el agua en las lámparas. En seguida se cambió ésta en aceite. En tiempos de Eusebio, todavía se conservaba en Jerusalén un poco de este aceite milagroso para atestiguar las virtudes del santo obispo.
Es muy probable que la leyenda tenga un origen local, puesto que la costumbre de quemar el aceite consagrado en las lámparas parece ser, por lo menos en aquella época, propia de las Iglesias palestinas.
En las Iglesias orientales, a Narciso se le honra como santo. A su vez, el martirologio romano, le acogió en la fecha del 29 de octubre.
Traducido del francés, en colaboración estrecha, por
Pedro Vianna y Denise Peyroche
dimanche 26 avril 2009
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