dimanche 5 août 2012

JOVALDO (en espagnol)


ESPAGNOL :

ODA A JOVALDO

« Miradme,
Miradme detenidamente:
yo soy vuestra figura en el espejo. »

        José Valdivia Domínguez
       JOVALDO

I.

¡No mueras mi amado hermano,
no, no mueras!
¡Reposa tu cabeza de arcángel en mi corazón, hermano,
repósala en mi alma!
¡Que los latidos de mis venas carmesíes,
como tus palabras vibrantes de fe,
te devuelvan el vigor matinal de las altas montañas del Perú,
que ellos te envuelvan con su terciopelo verde
tu cuerpo primaveral tejido de jacintos y de primaveras
y de leyendas rosas como el límpido rostro de la aurora!

II.

¡No mueras, mi amado hermano,
no, no mueras!
¡No dejes que la yedra de la pesadumbre se ligue a la yedra de la tristeza!
Los gritos plenos de esperanza
de aquellos que caen asesinados
en las fraternales fosas de los serenos senderos campestres
donde les aguardan la blancura nevada de las margaritas
y los virginales olores de las yerbas diminutas;
desellen las tenebrosas noches
y rompan la simplicidad frágil del universo
arrebolado de emoción.

III.

¡Como tú, amado hermano,
yo no poseo por todo bien
sino mi fe líquida en la cristalina pureza de tu pueblo!
¡Te ofrezco, en solemne regalo con la plenitud de mi joven ternura,
estos ralos tallo de rosas blancas
cortados en un alto jardín lujurioso
de tu patria martirizada!
¡Pongo en tus cabellos ondulantes
algunas magnolias iridiscentes,
una rama frágil de pimentero perfumado
y de moradas flores de eupatorio!
¡No mueras, mi amado hermano,
no, no mueras!

IV.

¡Ah, os convoco a mi ayuda,
divinidades sublimes de Roma:
Aius Locotius, dios, trae la palabra,
Aecetia, diosa pronta a la equidad,
Promitor, generoso dios que hace crecer a las plantas,
y a ti Vallonia, diosa de los valles!
¡Jovaldo, mi compañero de lira,
abre aún tus ojos una vez más,
tus bellos ojos como el verano en un día de gran fiesta!
¡Afuera, amigo de mi feroz pena, afuera
el cielo es tan azul que uno puede morir de gozo;
y las cimas son tan verdes y tan altas,
que se puede sofocar de tristeza!
¡Abre tus ojos de esmeralda
y mira:
el alba amiga se despierta, ornada de diamantes de rocío,
ella es suave como el amarillo plumón de alegres canarios!
¡Por ti se dilatan sobre las elegantes colinas
las ardientes amapolas de El Frontón:
En sus pétalos bulle y corre
la sangre verdadera, la sangre lilial,
la sangre sedosa de tu pueblo!

V.

¡Es por ti que los fieles paros
vierten, ocultos en el follaje de arbustos odorantes,
el exceso de amor de sus gargantillas armoniosas!
¡Son para ti, mi héroe antiguo,
los cánticos de los rayos del joven sol
que nace de la espuma de olas friolentas!
¡Abre, por favor, tus grandes pupilas de brasa,
calienta mi alma desnuda, mi alma
que viene de roturar los largos velos de gaza negra
que recubrían su áspera soledad!
¡Compañero de mis erranzas,
haz que los maravillosos amaneceres
de nuestra miserable infancia, vuelvan
llenos de contento y gracia!

VI.

¡Si te vas, mi amado hermano, yo sé,
Tú vivirás en la más clara estrella del Perú!
¡Ah, Jovaldo,
Jovaldo,
que sean malditos para la eternidad,
tres veces malditos, siete, diez mil veces,
tus crueles asesinos!
¡Lloro, pues mi corazón de niño
no tiene suficiente odio para ahogar
en los abismos mefíticos
a eso demonios desencadenados!
¡Gimiendo, yo doy curso, Jovaldo,
al feroz furor
de Orcus y de Febreuus, sanguinarios dioses,
reyes de torturas infernales!
¡Ven, venga mi adorado hermano,
tú, Endovellicus,
dios tutelar de los Hispaniens.

VII.

¡Duerme un poco, mi hermano,
un poco duerme en mis brazos!
¡Deja a mi voz cándida glorificarte,
permite a mi poesía vestirte de las más bellas palabras
de todas las lenguas de la tierra!
¡No te vayas
antes de que tu pueblo lítico
no te erija una inmensa catedral
de ladrillos de amor transparente
y no la rodee de verdes prados
de floración inagotable!

VIII.

¡Ah, corales suntuosas de los ríos del Perú,
insondables voces de montañas de basalto azul,
voces donde le es grato bañarse al gran cielo de América,
voces donde los grandiosos veranos hacen madurar al pan,
suaves a los labios de los hombres de paz!
Voces donde crece el cáñamo de agua de flores rosas,
melodías que hacen florecen tan bien al esbelto maíz de oro,
corazones peruanos donde estremece,
bajo el acre y suave aliento del otoño, el blanco álamo,
palabra de la fe divina,
donde la pena de los seres heridos
se unimisman a las penas de los riachuelos.
¡No, no muereas mi amado hermano,
no, no mueras,
deja abiertas las puertas de los cielos!


Athanse Vatchev de Thracy

París, julio de 2012.

José Valdivia Domínguez (Jovaldo), poeta y animador cultural peruano, combatiente del Partido Comunista del Perú, fue salvajemente asesinado por los esbirros del presidente Alan García Pérez en El Frontón el 18 de junio de 1986, junto a cerca de 340 comunistas y luchadores sociales de otras dos prisiones. El Frontón es una isla situada frente a las costas de El Callao, puerto de Lima, muy conocida por haber servido de prisión. 

Traduit en espagnol par le grand poète péruvien Feliciano Mejia Hidalgo

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