LA CALLE QUE HABITO
A Jalel El Gharbi
A menudo me pasa, la tarde, errar sin objetivo en mi calle,
avanzar en la música del aire pacificado,
esparcirme en ella como un mar se vierte
en el espacio libre de un verano grandioso!
¡ Me paro a veces, vibrando de emoción, mirando los edificios,
totalmente requeridos por la armoniosa soledad de su elegancia discreta!
¡ Cuántos de mis amigos qué vivieron allí felices no están más!
¡ Cuánto de los que fueron amados reunieron sin ruido el cortejo fatal del silencio!
De repente, un dolor irresistible abrasa mis miembros,
se desencadena en mis sienes y corre a través de mis venas
con una vehemente rapidez ,
tal un uncendio exaltado por vientos furiosos!
Y mi alma se echa a temblar como una violeta torturada por la tormenta,
tratando de salvaguardar todo el amor
entre los que el tiempo y las lágrimas ampliamente lo cumplieron:
¡ Este amor vigoroso qué no admite doblegamiento ni rotura!
¡ Como transportado por un sueño desconocido, lentamente vuelvo a mi casa!
¡ Los gritos de los niños me acarician, el trinar de los mirlos me conmueven
El olor con todo lo nuevo de las primeras flores abiertas del año
me guían hacia el sueño!
¡ Sé, soy de la raza de estos soles ponientes que aun conservan
su antigua magnificencia, pero no su fuerza matutina,
A estos ríos majestuosos cuando, después de una primavera tumultuosa,
ellos mismos se retiran
para aislarse en los límites que les asignó el destino!
¡ Dioses, pueden acogerme en la muerte
con las consideraciones debidas al verbo de los hombres qué glorificaron
vuestro indescriptible esplendor!
París, martes, 29 de marzo de 2005
Traduit en espagnol par Janice Montouliu (Uruguay)
samedi 19 décembre 2009
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